El surco de tus labios me provoca deseo

Keiko odiaba aquel lugar. Sin embargo, nunca se lo dijo a su padre. Sabía que él necesitaba escapar lejos de todo para volver a encontrar la paz en sus pensamientos. Apenas hablaban pero se querían con locura. Ella vivía para ser su azalea, luz y juventud a su vera. Pero fuera del tiesto, todo cambiaba. San Francisco no era su hogar.
Cerró el grifo de la ducha y salió al exterior. Mukai sintió cómo los dragones de su espalda templaron su piel, secaron el agua con su fuego y doraron su cabello. Se miró en el espejo y encontró al de siempre: un chico fuerte y atractivo, pero asustado. Después, se vistió con la elegancia aprendida, cubriendo sus secretos con un traje oscuro. Era tiempo de partir. La maleta mínima no dejó espacio para nada más que la esperanza de encontrar lo que su vida nunca le regaló.
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Estoy encantada de escuchar tus sueños <3